viernes, 24 de junio de 2016

Redoble.

Para qué describir lo que hay al rededor cuando es lo que menos importa. El leve roce de una nariz contra otra, la mirada que viaja de los ojos a la boca, las manos temblorosas que buscan otra piel. Los segundos se estiran hasta volverse insoportables. Las bocas entreabiertas se gritan a suspiros y los ojos se cierran para centrarse en un único sentido. Pero ese beso no llega, los ojos se abren, las narices se separan y las bocas se cierran. Reaparece el mundo, el silencio ensordece, roto únicamente por el sonido de algo que se rompe por dentro.

                                               Kath.B

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