Por otra parte con esta entrada estreno el apartado "Teatro" del blog, que ya iba siendo hora, así que vamos a ello.
He de puntualizar que la reseña es más emocional que crítica, pues esta no es una obra cualquiera. El caso es que yo atendí al estreno allá por noviembre, pero recientemente ha vuelto a representarse y me han pedido que la comente. Como prólogo y aclaratorio de todo lo posterior, ni yo ni ninguno de mis conocidos atendió al teatro por amor al arte, sino por curiosidad y esperando ver a alguien muy concreto.
La obra, de la que os dejo un link abajo para que podáis disfrutarla, es una comedia costumbrista ambientada en un pequeño pueblo español. A este llega un joven de las américas, a quien todos quieren agradar, este es el sobrino de Magdalena y Rosalía, hermanas de Victoria, a quien la mayor profesa una gran envidia, pues siempre fue la preferida. Esta se casó con un buen hombre y se mudó a Estados Unidos, mientras que Rosalía se casó con un profesor de Historia de instituto, a quien describe como un chiflado, raro y maniático de quien se ríe todo el pueblo: Lorenzo. Este, está tan falto de cariño y desesperado que finge tener una enfermedad mortal para que la gente se apene y apiade de él. Como consecuencia, el pueblo entero se vuelca con él, le dedican innumerables festejos y todo el mundo lamenta su pérdida como si fuese a morir el hombre más ilustre del país. En contraposición encontramos a dos personajes que, realmente lamentan la inexorable muerte del profesor: Pedrín, el sobrino de este que visita por primera vez España, y una de las alumnas de Lorenzo que está enamorada de él en secreto.
La obra en su conjunto es una sucesión de momentos desternillantes que mantienen al público entretenido y embelesado, pero también esconde temática bastante seria tras situaciones absurdas, como es la envida en la familia, la falsedad y el vender que se tiene una vida perfecta, aunque sea obvio que no es así, pues es imposible. Pero, personalmente, lo que me llama la atención es el grado de desesperación que ha de tener alguien como Lorenzo para inventar y crear una realidad tan descabellada y trágica que invite a la compasión y a la ternura. El público empatiza con el protagonista desde el primer momento y no llega a culparle de su mentira puesto que es tan entristecedora la respuesta que recibe alguien que es, visiblemente, bueno, que casi llega a justificar el engaño. Tras ver la obra me llevé dos sensaciones muy distintas: La primera la de haber reído como no lo había hecho en mucho tiempo: a caracajada limpia y con las lágrimas saltadas; la segunda es la de darse cuenta de lo poco que cuesta dar cariño y lo mucho que puede afectar este a una persona.
Aquí os dejo tanto el enlace para quien quiera disfrutar de la obra, como algunas fotos de esta última representación.
https://www.youtube.com/watch?v=EI_oplrc9Zc